¿Para qué escribo? Ah, cierto.

Llevaba días diciéndome que quería socializar virtualmente, sí, pero cada vez que entraba a FB o IG, las ganas de tirarle una bomba atómica y extinguir a toda la humanidad (salvándome yo, por supuesto, para luego dedicarme a saquear tiendas de productos top) me resultaban completamente sobrecogedoras (sobre todo desde que FB metió esos videos tipo Tik Tok que están llenos de gente que comparte contenido completamente inservible, y no sé cómo filtrarlo)... "Oh, sociedad!", se quejaba un amigo hace muchos años. 

Me agarraban incontenibles cólicos renales, también, cada vez que leía a algún amigo o amiga quejándose de haber sido bloqueado por alguna estupidez. El palmface se escuchaba hasta en 5 universos paralelos. 

Fue entonces que mi primo vino con la salvadora luz de "pero boluda, vos tenías un blog!". Ah, cierto, pensé. Yo había iniciado éste pequeño e irritante lugar ante el insoportable peso de mi propio sarcasmo cada vez que tenía que enfrentarme a lo muy insufribles que me resultaban mis compañeros cuando cursaba en la Universidad de Buenos Aires. Era éso, o me dedicaba a generar una nueva tragedia escolar.

Sí, me recibí. Pasaron los años. Tuve una hija siendo mamá soltera... Y me decidí a dedicarme a ella, asique dejé el blog. Y bueno. Pasó el tiempo, me casé. Tuve otro hijo. Crecieron. El mundo siguió girando y sobrevino otra vez el incontenible:

HARTAZGO.

El cinismo que me sale por los poros, ése pequeño Robert Downey Jr. interior, revoleando los ojos que todos tenemos. El sarcasmo y los chistes ácidos ante la frustración que genera un mundo que no tiene el más mínimo sentido. Desde el humor y el cinismo, porque pues Géminis (me vale tres pasas de Corinto si no te gusta la astrología)... Porque el humor es lo único que nos mantiene más o menos cuerdos, y sobre todo, mantiene a todos los demás vivos (las personas como yo, si no riéramos, ya habríamos matado a unos cuantos). 

Ah, qué lindo. Qué lindo volver a hablar como realmente me sale de los ovarios. Qué feliz soy.